Los jóvenes salen de la universidad y no consiguen empleo. Los viejos llegan a la jubilación sin tener dinero para nada. Los adultos no tienen tiempo de soñar, pasan de las ocho de las mañana a las cinco de la tarde luchando para sostener a la familia, pagar el colegio de los hijos, enfrentando aquello que todos conocemos con el nombre resumido de “dura realidad”.
El mundo nunca estuvo tan dividido como ahora: guerras religiosas, genocidios, falta de respeto por el planeta, crisis económicas, depresión, pobreza. Todos queriendo resultados inmediatos para resolver cuando menos algunos de los problemas del mundo o de su vida personal. Pero las cosas parecen más negras a medida que avanzamos hacia el futuro.
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