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domingo, 9 de febrero de 2014

ASAMBLEA EN LA CARPINTERIA


Hubo en la carpintería una extraña asamblea;

las herramientas se reunieron para arreglar sus

diferencias. El martillo fue el primero en ejercer

la presidencia, pero la asamblea le notificó

que debía renunciar. ¿La causa? Hacía demasiado

ruido, y se pasaba el tiempo golpeando.

El martillo reconoció su culpa, pero pidió

que fuera expulsado el tornillo: había que darle

muchas vueltas para que sirviera de algo.

El tornillo aceptó su retiro, pero a su vez pidió

la expulsión de la lija: era muy áspera en su

trato y siempre tenía fricciones con los demás.

La lija estuvo de acuerdo, con la condición

de que fuera expulsado el metro, pues se la

pasaba midiendo a los demás, como si el fuera

perfecto.

En eso entró el carpintero, se puso el delantal

e inició su trabajo, utilizando alternativamente

el martillo, la lija, el metro y el tornillo

Al final, el trozo de madera se había

convertido en un lindo mueble.

Cuando la carpintería quedó sola otra vez, la

asamblea reanudó la deliberación. Dijo el

serrucho: “Señores, ha quedado demostrado

que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja

con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace

valiosos. Así que no pensemos ya en nuestras

flaquezas, y concentrémonos en nuestras

virtudes”. La asamblea encontró entonces que

el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba

solidez, la lija limaba asperezas y el metro era

preciso y exacto. Se sintieron como un equipo

capaz de producir hermosos muebles, y sus diferencias

pasaron a segundo plano.



Tomado de : La Culpa es de la Vaca

martes, 17 de diciembre de 2013

DAR Y PERDER LA VIDA

Hace muchos años, cuando trabajaba como voluntario en un hospital de Stanford, conocí a una niñita llamada Liz, que sufría de una extraña enfermedad. Su única oportunidad de recuperarse era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quien había sobrevivido a la misma enfermedad y había desarrollado los anticuerpos necesarios para combatirla. El doctor explicó la situación al hermano de la niña, y le preguntó si estaría dispuesto a darle su sangre. Yo lo vi dudar por un momento antes de tomar una gran suspiro y decir: "Sí, lo haré si eso salva a Liz". Mientras la transfusión se hacía, él estaba acostado en una cama al lado de la de su hermana, muy sonriente, mientras nosotros los asistíamos y veíamos regresar el color a las mejillas de la niña. De pronto el pequeño se puso pálido y su sonrisa desapareció. Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa: "¿A qué hora empezaré a morir?" No había comprendido al doctor: pensaba que tendría que darle toda su sangre a su hermana. Y aun así había aceptado. ¿Qué harías por un ser amado? ¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar para dar alivio a alguien que quieres? ¿Has pensado en la posibilidad de que una parte de tu cuerpo sirva a otro cuando mueras?

domingo, 13 de octubre de 2013

COMO EL LAPIZ

El niñito miraba al abuelo escribir una carta. En un momento dado, le pregunto:
- ¿Abuelo, estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos? ¿Es, por casualidad, una historia sobre mí?
El abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo al nieto:
- Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras, es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
El nieto miró el lápiz intrigado, y no vio nada de especial en él, y preguntó:
- ¿Qué tiene de particular ese lápiz?
El abuelo le respondió:
- Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán siempre de ti una persona en paz con el mundo.
Primera cualidad:
Puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. Esta mano la llamamos DIOS, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.
Segunda cualidad:
De vez en cuando necesitas dejar lo que estás escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, estará más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.
Tercera cualidad:
El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.
Cuarta cualidad:
Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.
Quinta cualidad:
Siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida, dejará trazos. Por eso intenta ser consciente de cada acción.


viernes, 26 de julio de 2013

¿ZANAHORIA, HUEVO O CAFÉ?




La hija se quejaba con su padre acerca de su vida y de como las cosas le resultaban tan difíciles.

No sabía como hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida.

Estaba cansada de luchar.

Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo.

Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte.

Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo.

En una de las ollas colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café.

Las dejó hervir sin decir palabra.

Su hija esperó impacientemente, preguntándose que estaría haciendo su padre.

A los veinte minutos el padre apagó el fuego.

Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón.

Sacó los huevos y los colocó en otro plato.

Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.

Mirando a su hija le dijo: “Querida hija, ¿qué ves?”

-”Zanahorias, huevos y café”, fue su respuesta.

La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias.

Ella lo hizo y notó que estaban blandas.

Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera.

Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro.

Luego le pidió que probara el café.

Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó: -”¿Qué significa esto, padre?”

El entonces le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: el agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.

La zanahoria llegó al agua fuerte y dura, pero después de pasar por el agua hirviendo, se había vuelto débil y fácil de deshacer.

El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido.

Los granos de café sin embargo, eran únicos; después de estar en el agua hirviendo, habían cambiado al agua.

- “¿Cuál eres tú?”, le preguntó a su hija.

- “Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes?

¿Eres una zanahoria que parece fuerte, pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?

¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable?.

¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido?

Por fuera te ves igual, pero… ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?.

¿o eres como un grano de café?

El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor.

Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor
mejoren.

Y tú, ¿cuál de los tres eres?”

viernes, 14 de junio de 2013

EL GUSANITO

Un gusanito iba caminando en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontraba un duendecillo.

—¿Hacia dónde te diriges? —le preguntó.

Sin dejar de caminar, el gusanito contestó:

—Tuve un sueño anoche: soñé que desde la cima de la gran montaña veía todo el valle. Me gustó lo que vi en el sueño, y he decidido realizarlo.

El duendecillo dijo, mientras lo veía alejarse:

—¡Debes estar loco! ¿Cómo podrás llegar hasta aquel lugar? ¡Tú, una simple oruga! Para alguien tan pequeño como tú, una piedra será una montaña; un pequeño charco, el mar, y cualquier tronco, una barrera infranqueable.

Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó. De pronto se oyó la voz de un escarabajo: —Amigo, ¿hacia dónde te diriges con tanto empeño?

El gusanito, jadeante, contestó:

—Tuve un sueño y deseo realizarlo: subiré esa montaña y desde ahí contemplaré todo el mundo.

El escarabajo soltó una carcajada y dijo:

—Ni yo, con estas patas tan grandes, intentaría una empresa así de ambiciosa —y se quedó riéndose, mientras la oruga continuaba su camino.

Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor aconsejaron a nuestro amigo desistir

—¡No lo lograrás jamás! —le dijeron.

Pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir. Agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió detenerse para construir con su último esfuerzo un lugar donde pernoctar.

—Estaré mejor aquí —fue lo último que dijo, y murió. Todos los animales del valle fueron a mirar sus restos. Ahí estaba el animal más loco del valle: había construido como tumba un monumento a la insensatez. Ese duro refugio era digno de quien había muerto por querer realizar un sueño imposible.

Una mañana en la que el sol brillaba de manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos. De pronto quedaron atónitos. La concha comenzó a quebrarse y aparecieron unos ojos y una antena que no podían pertenecer a la oruga muerta. Poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: una espléndida mariposa.

No había nada que decir, pues todos sabían lo que haría: se iría volando hasta la gran montaña y realizaría su sueño. El sueño por el que había vivido, había muerto y había vuelto a vivir.

¿Hemos cumplido nuestros sueños?
¿Alguien te desanimo cuando intentabas alcanzar tus metas?


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